29 de enero de 2019

EVOLUCIÓN DE UN OLMO PARVIFOLIA DE JARDÍN.

Esto es un olmo adquirido a un vivero ornamental en febrero de 2010, por el módico precio de 30 euros. Así se veía recién llegado a casa y metido en una maceta de fortuna. Es feo de narices, pero es lo que hay para los que no podemos o queremos gastarnos una pasta en buen material. En el suelo medía más de tres metros de altura por dos de ancho y la cara del viverista fue todo un poema cuándo le dije por dónde quería cortarlo, no sé si por pena o pensando en el montón de restos de poda que le iba a dejar allí. Esta es la historia de muchos errores.

Con la fuerza característica de los árboles cultivados en suelo, al año siguente había brotado bien y sacado bastantes ramas, desgraciadamente la mayoría en lugares inapropiados y sin ninguna rama en los 2/3 inferiores. Con hojas podía disimular.

Pero desnudo salía a la luz el engendro, además cometí el error de dejar el tronco excesivamente alto, lo que influía negativamente a la mala presentación del mismo.

Así que al año siguiente, ya 2012 corté por lo sano, dejando tres ramas, segundo error cometido, ya que como veremos, estas ramas que dejo fueron pillando mucho grosor y a la postre, terminaron desentonando de las demás, sobre todo en la zona del ápice.

Al ser un ejemplar feo y con el que no conseguía ramificación en los lugares adecuados, pues lo fui descuidando bastante, limitándose a hacerle labores básicas de cultivo, tercer error. Así estaba en el invierno de 2017. Ahora con más tiempo por mi parte, intentaré reconducir este pequeño desastre en el que se ha convertido este olmo parvifolia. La peor zona es la del ápice, muy basta y dónde la corona es excesivamente evidente, pero debo tomármelo con calma, antes de meter el serrucho, intentaré comprimirlo, a ver que tal. ¿Cuarto error?

De momento, empezaremos por lo más fácil. La zona del gran corte fue cerrando muy muy pero se formó una fea bifurcación, invisible con hojas pero desde un lateral se aprecia muy bien. Podría cortarlo directamente, pero desde allí nace una ramita muy bien colocada y más baja que la que tiene por encima, pero  que no puedo eliminar porque es la que está haciendo que la herida grande, vaya cerrando correctamente, es la marcada con la flecha.

Así que voy a intentar cerrar ese hueco y de paso, dar algo de conocidad a esa zona. Para ello y ayudándome con la Dremmel, vacío todo el duramen de la porción a mover y con el Jack empiezo a comprimir.

Midiendo muy bien la fuerza ejercida, poco a poco, voy cerrando uniendo las zonas.

Hasta que ya entran en contacto.

Momento en el que coloco un alambre para mantener la torsión.

Dónde había un hueco, ya no hay casi espacio. La zona del cambium ha sufrido algo, así que la protejo con pasta selladora que coloco tras la foto.

Debo seguir corriendo la forma de las fuertes ramas, y disponerlas en parecida orientación, así que coloco un cáncamo para poder fijar los nuevos tensores que utilizaré. Este sistema empleado ha provocado ramas en forma de arco que tendré que ir corrigiendo con el tiempo (otro error cometido desde el principio).

El anclaje aguantó perfectamente la fuerza de dos tensores bien apretados.

 Para colmo y si tal vez no es un error, podría serlo, es que nunca he tenido claro cual sería el frente, ahora mismo empieza a gustarme lo que en los últimos tiempos, fue la parte trasera. En esta imagen de hoy, 28 de enero de 2019, vemos el olmo ya medio brotado y tomando unos colores, en los que se aprecian perfectamente tonos verdes, amarillos y rojos, realmente espectacular, probablemente el periodo más bonito de este ejemplar en lo que a colorido se refiere.

Y esta es la que, hoy por hoy, es la parte trasera.

Y esta es la comparativa desde su llegada a casa en 2010, pero sin olvidar que el actual trabajo de formación, comenzó desde cero en 2012, sólo son seis años, por lo que albergo esperanzas de poder reconducir esta historia llena de equivocaciones.

19 de enero de 2019

EVOLUCIÓN DEL ACEBUCHE "LA COBRA"

Este es el aspecto en mayo de 2009, cuándo fue recolectado.

En agosto del mismo año, ya presentaba este aspecto.

 Demasiado palitroque, sin movimiento, hay que hacer algo.
Después de meditarlo, me da pena desperdiciar tanto tronco y al menos, de momento, haré tenjin con él. Para cortar siempre hay tiempo. Manos a la obra. Marcar y cortar en bruto.





Poco a poco, va tomando forma. En espera de los brotes adecuados, arreglo con lo que dejo. Sigue estando en bruto, ahora debo refinar las texturas y sobre todo, aligerar la parte baja del jin, se ve demasiado pesada y quiero conseguir que parezca algo que flota, como una cobra dentro del canasto cuándo escucha la flauta.
En enero de 2013 estaba así. Poco a poco iba definiendo su forma.

 En julio de 2017 y recién defoliado. Ya estaba avanzada la subramificación.

Así está hoy. Ya es hora de que le busque una maceta personalizada, que hasta el momento siempre anduvo con zapatos prestados, pero no tengo ni idea cual le vendría bien.

Así era y así está, diez años separan ambas fotos.

13 de enero de 2019

EVOLUCIÓN DEL ACEBUCHE "EL ESTIRAO".

Este acebuche fue recolectado a principios de 2008 y a los diez meses ya había brotado con fuerza. Era un palo largo y cilíndrico del que poco se podía esperar, vamos, uno de esos ejemplares perdidos que a mi me gustan.
En 2009 fue dejado crecer libremente, limitándome a acortar los brotes excesivamente largos y trabajé los dos tocones intentando conseguir unas cabezas de delfines, que no todo van a ser dragones, digo yo. Parecía un chupa chups.

En 2010 y tras la eliminación de muchas ramas inservibles, quedó más feo que nunca.

Y así estuvo hasta 2011. Aunque la parte alta había ramificado bien, existía un gran tramo sin ninguna rama, cosa imprescindible para tapar ese cilindro si quería mantener la altura. Así estaba en abril de dicho año tras una defoliación.

Hasta dicho año estuve esperando algún brote que pudiese servir para cubrir esa porción de tronco tan larga y desprovista de ramas, pero fue una espera infructuosa, así que aproveché un brote bajo con el que efectuaría un primer injerto. El brote en cuestión fue llevado hasta la zona dónde sería injertado así que desde ese momento ya podría ir viendo como quedaría.

Para que resultase más fácil el trabajo, fui acercando el brote hasta el lugar dónde sería injertado, de forma que llegado el momento ya lo tuviese en su lugar.

El principal problema de los injertos es el feo abultamiento que suele quedar en la zona de unión y lo que voy a tratar de conseguir es injertar una rama con una zona de unión lo más suave posible. En un principio tendría poca importancia porque queda en la parte trasera del tronco, pero bueno, mejor si no se nota. Ya pasado el mini parón veraniero llegó el momento.
Para eso efectúo un canal en el tronco del diámetro de la rama a injertar. Ato fuertemente con rafia, sello con pasta y vuelvo a enrafiar encima.

Una vez vuelto a enrafiar, comprimo con una sargenta, antes de que se seque la pasta. Esta presión extra facilitará la unión y de paso, evitará en parte que se produzca un excesivo engrosamiento de la zona de unión.

Podría haber injertado la parte de la curva para que también quedase oculta, pero la rama que me interesa y con la que reharé, es la marcada.

En 2012 y tras la defoliación de la rama injertada, fue cortada la unión. Quería dejar la rama en latencia de forma que cuándo empezase a brotar en primavera, el brote tirase ya del tronco principal. La idea funcionó a las mil maravillas.

Y nuevamente pasaron varios años en los que estuvo recuperando fuerzas en una maceta de cultivo, hasta que a principios de 2018 lo puse en una maceta bastante más plana.

El principal problema que tiene es que la rama que marco con la flecha está muy alta y está justo a la misma altura que la que tiene enfrente y que por diseño, no puedo eliminar, quedando un gran hueco vacío y que marco con el círculo verde.

Con un corta pega hago una prueba moviendo esa rama y queda mucho mejor, ya tengo preparado un brote que será el que utilizaré para el nuevo injerto. Cuándo esté injertada ya podré aligerar la parte alta y ordenar las ramas como Dios manda. Piano piano se va lontano.

 Bueno, y para terminar, la habitual comparativa.

10 de enero de 2019

EVOLUCIÓN DE ACEBUCHE.- EL DRAGÓN QUE SE ENAMORÓ DE LA LUNA.

Este acebuche llegó a mis manos en diciembre de 2010, procedente de un desbroce en una finca que iban a urbanizar y propiedad de un amigo.

Para empezar, de cuatro troncos, dejé dos para acercar un poco la idea, mientras deshojaba la margarita me entretuve intentando hacer una cabeza de algo.

Al año siguiente estaba en un callejón sin salida, ni idea que hacer, un año de reposo y que saque verde. Tres jines a la izquierda y una trompa a la derecha, no, demasiado raro un elefante con cresta. Leña al mono, corto el tronco de la derecha, ¡Dios mío! si parece un árbol asustado!!! Aprovecho y ante la falta de ramas bajas realizo un autoinjerto... por favorrrrrrrrrrrr que pegueeeeeeee...

Afortunadamente unos meses después el injerto lleva buen camino, y aligero un poco los jines. Aclaro las ramas, quito muchos brotes y esto es lo que queda... "¡Por Dios! si está peor que antes..."
Así estuvo hasta el 30 de abril de 2012. Nuevamente bloqueado con el diseño así que "de perdidos al río", lo pongo en quirófano y con la Dremmel le hago un tuneado. Algunas acanaladuras, algunos hoyuelos y listo para transplante.

 Así quedó después del transplante. La rama injertada la dejo sin tocar para que pille fuerza.

Desde 2012 estuve trabajando la ramificación primaria, aún estoy en ello, aunque la estructura básica está definida. Tras varios trasplantes, eliminación del jin más bajo y aligerado de la madera del shari, así luce en enero de 2019. Mis árboles no tienen nombre, pero gracias a la idea de un amigo del grupo de Bonsais, técnicas y experimentos, este árbol podría llamarse "Pequeño dragón enamorado de la luna". Un saludo, amigo Luis QG.

Y como ya viene siendo tradicional, una foto comparativa de como era y como está. Entre ellas, nueve años de cultivo.