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22 de octubre de 2018

ACODO EN DOBLE CORONA DE ACER PALMATUM

En una anterior entrada analizábamos cuándo y porqué acodar un acer palmatum.

Pues transcurridos unos seis meses desde su transplante, aunque lo recomendable sería un año, pero sabiendo del buen pan de raíces que tenía y lo bien que ha evolucionado en este tiempo, pues me decido a acodarlo. Se trata de este ejemplar, un acer palmatum Corallinum que no había por dónde cogerlo, un patrón largo y rectilíneo y un injerto perruno y alto.

Para el acodo utilizaré un sistema ideado por mí y nunca documentado en la web, se trata del acodo en doble corona. ¿En qué consiste esto?
El sistema tradicional para acodos de troncos, se basa en el uso de una corona de rejilla u otro material, con el que rodeamos la zona a acodar, siendo posteriormente rellena con sustrato.

Pues con mi método, serán dos coronas. ¿Y para qué? podemos preguntarnos. La respuesta es fácil, es bien sabido que un sustrato bien aireado facilita el desarrollo de las raíces mucho mejor que un sustrato apelmazado, por eso utilizamos akadama de grano grueso o medio en estos menesteres. Pero este sistema tiene un gran inconveniente, al menos en mi tierra, y es que se seca mucho y tenemos que estar constantemente regando para mantener un grado de humedad suficiente que estimule a la planta al sacado de nuevas raíces. Pues la solución la tenemos fácil, usar una doble corona con sustratos diferentes. En la más cercana al tronco utilizaremos akadama sóla, de grano medio, lo que permitirá una gran oxigenación y en la capa exterior, utilizaremos akadama y sustrato orgánico al 50%, mezcla que retendrá la humedad mucho más tiempo. Las raíces saldrán y rápidamente buscaran el alimento y humedad que le proporciona la capa exterior.

El acodo fue realizado a finales de junio y después de algo más de tres meses, estas son las raíces emitidas una vez quitada la primera malla. Una barbaridad.

Pero existen un par de porciones, dónde a pesar de tener raíces incipientes, el desarrollo de éstas ha sido casi nulo. Probablemente la causa sea el no haber ido girando periódicamente la maceta, en las zonas de sol las raíces se fortalecen pero para eso tienen que existir, en cambio si lo que queremos es que salgan y dependiendo del clima pues las zonas de menos sol siempre estarán más húmedas y favorecerá la salida de nuevas raíces, bueno, que hay que girar periódicamente las macetas y yo no lo hice.

Podríamos dejarlo así, incluso realizar un defoliado completo y cortar. En estas fechas la planta quedaría en letargo y ya no rebrotaría hasta la primera que viene, pero queremos intentar conseguir raíces de forma radial en todo el perímetro del tronco, así que, por una parte, recortaremos las raíces nuevas y cortaremos aquellas que claramente estén fuera de de lugar y por otra parte, realizaremos unos pequeños cortes en las zonas sin raíces, aplicaremos hormonas enraizantes y volveremos a colocar la corona de acodo.
También pelaremos nuevamente la zona por debajo del alambre.

En esta ocasión y como tenemos raíces y encima llega el invierno, pues no tendremos problemas con la sequedad del sustrato, así que con una sóla corona será suficiente. A finales del invierno o principios de primavera, según empiece a hinchar las yemas, pues procedemos a la separación del acodo y nuevo plantado.

Una buena idea es marcar los lugares por dónde no había raíces, de esta forma podemos controlar el lugar y poderlo exponer a la máxima insolación posible, que como ya sabemos, el sol estimula el nacimiento de raíces.

Con los lugares marcados, será fácil ir rotando la maceta de forma que siempre quede una de ellas en el lugar de mayor insolación.