Este es un ficus del que nunca he hablado. Se trata de un Ficus benjamina que fue comprado en un centro comercial en el año 2003, y al que le he ido prestando muy poca ateción, la prueba está en que hasta ahora nunca le dediqué ni una sola entrada.
Sin pena ni gloria fue creciendo y así era en 2016, cuando empecé a verle posibilidades y empecé a injertarles ramas de Ficus retusa. Tenía muchas ramas laterales, pero en lo que debía ser el frente, no tenía ninguna, así que en la siguiente poda conservé varias ramas cortadas al objeto de enraizarlas y cuando llegase el momento, utilizarlas para injertarlas en los lugares necesarios.
Y así llegamos a 2019, en la primera hice dos injertos por el sistema del taladro. Este método es la forma más sencilla en un ficus para conseguir ramas donde no las hay. Después de haber conseguido un
volumen de tronco aceptable, toca poner ramas donde hacen falta, ya que
como es habitual, las plantas sacarán ramas por mil lugares, pero nunca
por donde nos interesa, así que nada más fácil que un injerto con el
sistema del taladro. En la primera ya hice dos injertos y ahora en septiembre intentaré culminar el proyecto que comenzó (en mi cabeza) en 2016.
Queremos una rama en esta curva exterior, había una pero se secó, así que después de eliminar los tocones y llegar la zona viva, procederemos a hacer un taladro que atraviese el tronco por dónde queremos tener una rama.
Queremos una rama en esta curva exterior, había una pero se secó, así que después de eliminar los tocones y llegar la zona viva, procederemos a hacer un taladro que atraviese el tronco por dónde queremos tener una rama.
Para ello utilizaré algunos de los esquejes obtenidos en las podas anteriores.
Con un taladro y una broca de madera de un diámetro algo superior al
grosor de la rama que queremos injertar, hacemos un agujero que
atraviese el tronco. Pongo un alambre para que podamos apreciar mucho
mejor, la dirección del agujero.
Ya solo nos queda eliminar todas las hojas del esqueje e introducir la
rama, con mucho cuidado, por el agujero realizado. Una vez pasada,
interesa hacer un poco de presión, halando de la punta del esqueje para
que adquieran presión las zonas de contacto. Sellamos con un poco de
pasta cicatrizante ambos lados y listo. Ya solo nos queda inmovilizar la
macetita, lo hacemos con un alambre. Y terminar de orientar la ramita
injertada en el ángulo que nos interese.
Un pasito más en el intento de conseguir un bonsai que al menos, disponga de ramas en los lugares adecuados.
Así queda el ejemplar visto desde la parte de atrás. Se obsevan dos
injertos más que fueron realizados en la primavera pero que aún no ha
llegado el momento de cortar. Hay que recordar que para cortar un
injerto realizado con este sistema hay que esperar a que el grosor de la
rama en el punto de salida, sea mayor que en el de entrada.