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8 de diciembre de 2022

HISTORIA DE PINUS PINEA "BUSHIDO".- EL LARGO Y TORTUOSO CAMINO DEL GUERRERO

Este pino piñonero procede de semilla sembrada por mi sobre 1997, en lo que sería la primera planta de semilla en mi incipiente hobby por entonces. Aquí vemos la evolución fotográfica comparativa en estos años. La primera foto que tengo es de 2003.
 
 
 
Es en 2018 y viendo que el ejemplar ya no da más de si con ese diseño, decido una reducción drástica. Voy a cortar por donde señalo y rehacer la copa con esa rama baja de la izquierda.
 
Veo este arreglo virtual y empiezo a dudar sobre sí será una buena idea. El tronco ya tiene en su parte estrecha más de 3 centímetros de diámetro. Y la rama a mover casi 2 centímetros, lo peor de todo es que tendré que moverla casi 60º para llevarla al lugar donde pienso quedará mejor.

Con el serrucho de la mano lo vuelvo a pensar tres veces, una vez iniciado el trabajo ya no habrá vuelta atrás ni arrepentimientos, mi primer pino de semilla nunca volverá a ser el mismo.

Para facilitar la torsión, con el serrucho abro un hueco en forma de cuña, lo que facilitará el movimiento de la rama. Es importante calcular el ángulo de la cuña ya que quiero que las zonas cortadas queden en perfecta unión, pretendo que se autoinjerten, algo que no es necesario, pero que si se consigue pues parecerá mucho más natural.

Enrafio poniendo especial atención y fuerza en la zona dónde estimo sufrirá mayor tensión. También refuerzo esa misma zona con un par de alambres a modo de collarín. Si se parte esta zona, todo el trabajo se irá al traste.

  Y bajo la rama a subir, fijo la barra de hierro que servirá de palanca.

Una vez llevada a la posición deseada, pongo un tensor provisional de alambre en la parte alta del tronco principal, que aunque la vamos a eliminar, de momento nos servirá de soporte.

Con la rama ya aproximada, procedo a la eliminación del tronco principal y demás ramas (las había dejado por un "por si acaso rompe"), de momento dejo la que sale por la derecha, es el plan B, por si por un casual, la rama que estamos doblando se parte, al menos tendríamos una rama verde para intentar hacer algo.
Estas son las paradojas del bonsai, la rama que salía horizontal al suelo pues tenemos que levantarla y ahora las que se quedan levantadas, pues tenemos que llevarlas hacia la horizontal, Para asegurarnos pues enrafiamos por los lugares dónde se producirán las torsiones. El tocón central también será reducido, pero de momento lo dejo porque me sirve de soporte para el tensor que mantiene la rama en su posición, con la que reharé el diseño.

Como podemos ver, la unión entre ambas partes es casi perfecta, realmente que se autoinjerten no es demasiado importante, pero si lo hacen, mejor que mejor. Por eso es conveniente cortar la cuña pensando en la unión de ambas partes una vez movida la rama. Caso de ser posible, un poco de pasta selladora en los bordes de unión vendría bien.

Para ayudar a la recuperación, trasplanto a una maceta de cultivo. Y así de feo queda el pobre pino, en espera de que la nueva brotación vaya cubriendo las zonas, pero el objetivo está conseguido, tengo una rama principal, una rama de contrapeso, una trasera y un ápice, así que de nuevo empieza el cultivo. Altura original antes del trabajo, 50 centímetros desde la superficie del sustrato, altura después de la reducción, 30 centímetros. Llegados a este punto es necesario parar, el pino necesita recuperarse, hoy es 28 de diciembre de 2018 y no quiero una inocentada.

Tras un año de recuperación, ya en diciembre de 2019, elimino los alambres y la rafia y procedo a la primera parte de la eliminación del tronco original cortado. No me interesa eliminarlo completamente porque me servirá como relleno del nuevo callo de cicatrización, así que de momento lo trato como si fuese a dejarlo, vaciado del mismo, un toque de soplete para secarlo y otro pequeño retoque de aproximación. Está pegado a la zona de autoinjerto así que mejor ir con precaución.
 
Tras año y medio de recuperación en mayo de 2020 tocó un nuevo pasito. Primero vuelvo a rebajar la porción de tronco que dejé como jin. En la imagen podemos ver como evolucionó tras la reducción, de forma visual la rama trasera servía para cubrir el hueco de donde debía estar la rama principal (A), una subrama de la rama trasera y girada hacia la derecha hacía las funciones de rama de contrapeso (B) y la rama alta lateral debería hacer de rama trasera (C), y por encima un cúmulo de ramitas de donde debería salir el ápice, vamos un auténtico maremágnum.

Tras el pinzado podemos ver más clara la situación. La rama A que nace hacia atrás, la B una subrama de A y forzada hacia el otro lado para ejercer de contrapeso y la rama C orientada hacia adelante. Marcada con una línea roja la larga porción de tronco sin ninguna rama y que es lo que queremos corregir hoy además de recolocar las ramas.

El trabajo consistirá en hacer girar unos 35 grados el tronco principal de manera que la rama A quede como rama principal pero con orientación correcta (hacia la izquierda), la B pasará a rama trasera y C se convertirá en rama de contrapeso. A tener en cuenta que la zona marcada con el óvalo naranja es la zona semiinjertada en 2018 por lo que tendré que pensar en algo para evitar en lo posible que esa zona gire y en cambio sí que lo haga desde dos centímetros más arriba.

Lo primero es enrafiar y alambrar como si no hubiese un mañana, las vueltas de los alambres son muy cerradas, su principal misión será evitar desgarros o separación de corteza y cámbium. Apoyando la barra contra el lateral de la maceta, la aseguro al tronco con un alambre justo en la zona del autoinjerto, esta barra además de impedir el posible desplazamiento lateral de la zona pues me servirá para fijar la barra que ejecutará la torsión y que no podré quitar en una temporada.

Justo a 90 grados he fijado la segunda barra poniendo especial atención en asegurarla fuertemente a la rama A pero de forma que la fuerza se ejerza en el tronco principal, recordemos que debemos girar el tronco principal y no la rama A, que lo único que tiene que hacer es desplazarse con su porción de tronco. La segunda barra queda parcialmente oculta a la vista pero podemos ver su dirección fijándonos en el extremo que sale por delante.

Y con la ayuda de otro par de manos giro la barra de torsión 90 grados al mismo tiempo que con la mano libre ayudo al giro del tronco. Con mayor facilidad de la esperada todo el conjunto se mueve, una vez llevado al máximo posible de giro, fijo ambas barras de hierro con un alambre para impedir el efecto muelle.
Aquí podemos ver que los grados girados del tronco principal nos ha permitido que la rama A tenga una nueva y más correcta orientación. Como previamente había sido enrafiada en parte y alambrada pues el codo que tenía en origen ha desaparecido y ahora luce rectilínea. Por otra parte, la C es ahora una rama de contrapeso correctamente situada en relación al tronco y a la rama principal, con un poco de ángulo hacia adelante como mandan las viejas normas de la Escuela Clásica: son como dos brazos que se abren para abrazar al espectador.
 
Como resultado de esta torsión sobre el eje nos surge un nuevo problema. Cerré una puerta pero se abrió otra. El tronco forma un ángulo recto más evidente al tratarse de una zona de vacío.

Si cambiara el ángulo de plantado buscando una copa algo más vertical, el problema sería más evidente.

Así estaba antes del trabajo y así quedó. Podemos apreciar como la primera rama de la izquerda que antes nacía hacia atrás, ahora queda en el lateral izquierdo y se convierte en la primera rama del pino. El árbol necesita descansar y recuperarse de estos trabajos, así que lo dejaremos hasta el invierno cuando intertaremos hacer algo para eliminar ese ángulo recto.

Tras nueve meses de descanso, el árbol ha tirado con fuerza y toca intentar corregir el ángulo en cuestión, Dios mediante, este trabajo debería ser el último en la formación de la estructura básica del pino, a partir de aquí todo debería ser mucho más fácil, con una rama principal, otra de contrapeso y otra trasera en sus lugares correspondientes, podríamos empezar a la creación de las masas verdes.
 
Pero primero vamos a intentar corregir ese ángulo recto que forma el tronco. Para ello elimino l porción del jin superior que dejé, eliminando de la madera dura interna, esto además de facilitar la torsión evitará en posible astillado que dañe el cámbium o la albura. Hemos tenido en cuenta el corte que hicimos en la primera torsión, evitando en lo posible tocar la zona viva que en estos momentos supone menos del 50% del perímetro de la rama. 

Y fijamos las palancas.

Hay que medir muy bien la fuerza y estar atentos a posibles grietas de la corteza y por eso no he enrafiado. Si parte ahora, adiós al pino, a la basura 23 años de cultivo.
 
Finalizado el desplazamiento vemos como por, tal vez exceso de precaución, no he torsionado lo necesario para que ambas zonas del corte entrasen en contacto. Es de suponer que con el tiempo, el labio de cicatrización unirà las partes, pero al menos en principio tendería a entrar por ese hueco.

Para evitar eso y la existencia de bolsas de aire nada más fácil que utilizar pasta bicomponente y sellar el interior, en estas condiciones el labio de cicatrización encontrará una superficie dura y bajará directamente en busca de la zona de contacto con el tronco.
 
Aquí vemos una comparativa entre el antes y el después de la corrección. Esta torsión ha sido menos drástica que las anteriores, solo ha supuesto 10º de movimiento, pero el aspecto del ejemplar ha mejorado notablemente, aproximándose a un moyogi clásico.

Los ángulos formados han pasado de los 120º originales a los 68º actuales, lo que significa que hemos movido una rama gruesa 52º desde su posición original en un proceso que ha durado dos años sin poner en peligro en ningún momento la vida del ejemplar. ¿Que podríamos haberlo hecho de una tacada? Pues sí, pero el bonsai como en la vida, todo es evolución y lo que ayer nos parecía bien, hoy puede que ya no lo veamos tan bien, así que tenemos que ir aplicando las correcciones necesarias sin obcecarnos en demasía por mantener la idea original y sobre todo, sin prisas y adaptándolo a nuestras posibilidades.
 
Han pasado casi dos años desde el último trabajo y la herida abierta del tronco ha evolucionado satisfactoriamente, casi ha desaparecido, digo casi porque sé dónde hay que mirar, para otros ojos sería totalmente imperceptible. Y lo mejor de todo, el tronco empieza a craquelarse.

Así quedó en 2018 tras la reducción drástica y así está cuatro años después.
 
Tras el limpiado de las acículas secas y viejas, hago un ligero alambrado de aproximación que me permitirá eliminar brotes y ramillas inservibles y nos dará una idea de por dónde irá el diseño.

Algunos dirán que mucho trabajo para un pino piñonero que no es lo más acertado para bonsai, y llevarán razón, pero los ratos de entretenimiento y aprendizaje que estoy obteniendo con él, bien lo valen.

COMENTARIOS ANTERIORES:
Blogger Unknown dijo...

Vaya trabajo!!! Eres un valiente...te va a quedar de maravilla...ya nos mostraras

28 de diciembre de 2018, 23:34
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Blogger Kai dijo...

De héroes está el cementerio lleno, espero que mi pino no sea el daño colateral. Gracias tu visita, y por supuesto que seguiré informando. Un saludo.

29 de diciembre de 2018, 1:03