Corría 2008 cuándo dando un paseo por un vivero me encontré varios
juníperos a la venta, no eran gran cosa pero por el precio que tenían,
quién no se llevaba alguno. Larguiruchos y feos, pero bueno, con
experiencia cero en junis pues seguro que para algo me servirían, aunque
sólo fuese como conejillos de indias. Este de la foto es el segundo de ellos.
Cuánto más lo miraba más feo era y fue entonces cuándo recordé haber
leído unos doblados traumáticos en juníperos, dicho y hecho. Dremmel en
mano y primer paso, vaciado de un canal longitudinal en las zonas por
las que pretendía doblar, parece mejor que la acanalura quede en la
parte interna.
Una vez vaciado procurando no tocar la capa superficial, introduje dos alambres de 4mm a modo de nervios, para reforzar la zona vacía. Tal vez me pasé, el junípero es bastante noble y con un alambre de 5mm hubiese sobrado.
Una vez fijado el alambre, procedí a un enrafiado generoso, desconocía hasta dónde podría llegar y quería apurar al máximo.
Una vez enrafiado y alambrado pues a doblar toca. Este procedimiento
tiene grandes ventajas, una de ellas es que podemos convertir una vara
larga en un tronco lleno de sinuosidades al que podremos sacar más
provecho, la otra gran ventaja es que conseguimos acercar el verde a la
parte baja, dándole a la planta un aspecto más compacto y tupido. Al no ser fecha de transplante pues el plegado de la zona baja no quedó como quería, así que tendría que dejarlo para más adelante.
Después de la paliza había que dejar que el ejemplar recuperara fuerzas. En diciembre de 2012 lucía una salud estupenda después del transplante de esa primavera, dándole un cambio en el ángulo de plantado.
En mayo de 2018 y aunque con el ángulo anterior no quedaba mal, los juníperos destacan por sus troncos tortuosos y agredidos por las inclemencias del tiempo, así que debía seguir retorciendo y entonces me acordé de que en el doblado de 2011, la zona baja había quedado a medias. Como anticipo al nuevo trabajo y como primeros jines, utilizaría las dos ramas más bajas de la derecha, las cuales fueron bajadas.
Aquí una aproximación de las ramas, que más adelante convertiría en jin. Aproveché para darle un aligerado a la copa y que dejara de parecer un seto.
A principios de febrero de 2019 y como anticipo a la nueva torsión y diseño, pelé las ramas y jines. También elimino aquellas ramas que estoy seguro no me servirán para lo que tengo en mente.
Y hoy 24 de febrero de 2019 llegó el día. Aquí vemos el ángulo que queremos corregir, tiene unos 115 grados de abertura, a ver hasta dónde lo podemos llevar.
El procedimiento es el ya conocido, hacer un vaciado generoso en la zona de torsión.
Poner unos nervios de alambre que reforzarán parcialmente la zona evitando la posible rotura.
Enrafiado generoso, poniendo especial atención en apretar bien en la zona que sufrirá mayores tensiones. Después de esto, lo clásico es volver a alambrar exteriormente, pero en este caso, no lo veo necesario, los tensores que luego pondré deben aguantar bien.
Al ser un ángulo grande no puedo utilizar el jack, así que echo mano del sistema tradicional de las barras de hierro y a torcer. Quito la música para poder escuchar los crujidos que nos marcarán cuándo estamos llegando al máximo posible.
Una vez asegurado con el tensor, procedo al plantado. El junípero debe caer un poco más a la izquierda, pero no quiero que los jines toquen el sustrato, así hago el plantado un poco caído a la derecha, ya habrá tiempo de cambiarlo. Como véis, ahora el ángulo del tronco será de unos 45 grados, hemos cerrado sobre 70 grados la torsión original.
Y así queda, de nuevo hay que dejar que recobre fuerzas. De los tres tensores que véis en la foto, sólo queda uno, pasa que lo quité una vez tomada la imagen. En el próximo trabajo tocará cambio de maceta a una adecuada y arreglado del verde.
Así empezó y así está (de momento).
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