Este es un madroño que llevaba conmigo un montón de años, y aunque a pesar de su poco interés bonsaístico, le tenía gran aprecio y su pérdida tardaré en olvidar (años sin perder una planta y va y por descuido mío, mato precisamente éste).
Todos los años me deleitaba con flores, aunque no muchas, pero sí las suficientes, hasta que el exceso de confianza me lo hizo pagar caro, no me dió una segunda oportunidad.
Así era en 2007.
Y así en 2010, después de cambiar totalmente la orientación de las ramas. La base del tronco había crecido enormemente, en sólo tres años había duplicado el diámetro.
El caso es que sabiendo de la dureza de la madera del madroño, pues pensé utilizarla para mi primer tanuki, por un lado haría algo nuevo para mí, y por otro, podría seguir manteniendo su recuerdo.
Y como no, una manita de sulfocálcico. Ya sólo me falta el afortunado que tendré que sacarlo de algún esqueje de esta primavera. Si alguno de vosotros me regala un esqueje de Itoigawa tendría que ser muy fino para poderlo encajar fácilmente, caso contrario, pues llevará un Phoenica de mi cosecha. ;)
5 comentarios:
Mala suerte,que se va hacer.
Pero bueno,a rey muerto rey puesto,haber si tienes suerte con el plantón y te regalan uno pronto.
Un abrazo,jose.
Una verdadera lástima lo del madroño. Esa bonita madera va que quedar muy bien combinada con el enebro... ¡hay que reciclar! A veces no hay más remedio.
Un abrazo. César.
siempre duele perder un ejemplar así ,con años de unión ,suerte para la segunda vida un saludo
Jose, Buxan, Puers, gracias por vuestra comentario. A veces el destino es cabroncete, y basta que muestres especial interés por algún ejemplar olvidado, y en dos días te quedes sin él. En fin, el rey ha muerto, viva el rey.
Un abrazo.
Qué pena. Fastidia perder un ejemplar después de mucho tiempo contigo, pero al menos a éste le sacarás provecho con el trabajo que le has hecho a la madera. Estaré atento a tu tanuki, seguro que quedará fantástico.
un abrazo
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