La Tecomaría capensis o Bignonia capensis es una de las bignonias más comunes pero nunca ví una trabajada como bonsai, así que ¿quién dijo miedo? Esta es la historia de mi bignonia.
Así era en 2003 cuando una de las pocas heladas de mi tierra la dejó temblando.
Para 2007 había engordado bien pero el verde no era abundante, eso sí, la floración siempre fue espectacular manteniendo flores desde principios de primavera hasta principios del invierno. Esas raíces superficiales y el tronco craquelado ya apuntaban maneras.
Aunque el tronco progresaba adecuadamente no podía decir lo mismo de la ramificación, no terminaba de encontrarle un desarrollo armónico que me permitiese pensar en una distribución acertada de ramas.
Es en 2020 cuándo al fin empiezo a verle futuro, he conseguido algunas ramas bien situadas y controlar parcialmente la fuerza apical de las ramas, todas crecen como locas de forma vertical.
En esta imagen de 2021 podemos ver bien el esqueleto de la criaturita. 17 años de cultivo siempre en maceta. Ya tengo una rama principal, una de contrapeso y una trasera en tres niveles diferentes.
En 2023 y si obviamos las flores, empieza a tener forma de árbol. Parece que se ha rendido a mis encantos y empieza a dejarse domar.
Pues a mediados de diciembre de 2023 le llegó la hora del trasplante, a ver como le sienta el cambio de zapatos, siempre estuvo en maceta de cultivo y hoy le ha tocado empezar a apretar raíces que por cierto, eran muchísimas las que tenía.
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