Este que os presento es el tercer ejemplar de la compra maldita y probablemente la especie que mejor se ha recuperado y adaptado a mis posibilidades. Se trata de Acer monspessulanum, también conocido como Arce de Montpellier.
Aparece
en buena parte de las áreas montañosas de la Península, con más
abundancia en la mitad oriental. Ampliamente distribuida por toda la región mediterránea, más escasa
hacia el centro de Europa.
Tolera un cierto grado de aridez, pero necesita suelos relativamente
frescos y preferentemente calizos. Soporta bien los fríos invernales y las altas temperaturas
estivales. Habita igualmente en suelos calizos o silíceos, con
frecuencia muy pedregosos. Prefiere los lugares soleados, desde el nivel
del mar hasta los 1600 m., aunque en honor a la verdad y en mi caso, los mejores crecimientos y colores los he obtenido cuando han estado sombreados.
Curiosamente no es muy difundido en bonsai y es algo incomprensible, su rusticidad, resistencia a las enfermedades y descuidos, aceptable crecimiento, totalmente adaptado al clima mediterráneo, resistente a todas las labores habituales en bonsai, delicadeza de sus ramas y aceptable ramificación y pinzados, si a esto le añadimos su facilidad para florecer y sacar semillas y su espectacular otoñada pues lo hacen una especie ideal para bonsai.
En la foto de 2007 vemos como llegó a casa, un palito delgado, totalmente recto y con algo de verde en la parte alta, vamos, lo que viene a ser un plumero. Tras un año de adaptación llegó lo primero que tenía que arreglar que no era otra cosa que intentar dar un poco de movimiento al tronco, esto es fundamental, cuanto más grueso y lignificado, más difícil.
El primer tensor con el tope no sirvió de mucho, así que tiré de fuerza bruta, el ejemplar brotaba bien y el tronco había engordado aceptablemente pero al efectuar esta nueva curvatura pues me pasó como al campestre, necesitaba una rama en la parte exterior de la misma, así que recurrí a los viejos trucos de esperar una brotación espontánea, hacer pequeños cortes que provocaran la brotación, etc... pero no funcionó.
Así que aprovechando una rama que había que eliminar sí
o sí pues en 2017 realicé un injerto por el sistema del taladro que no prosperó, por lo que en 2018 lo volví a realizar, esta ver por aproximación. En esta ocasión fui más paciente y estuvo unido a la rama madre más de un año.
Una de las características de esta especie es que en otoño y si el
cultivo es correcto, podemos verlo tricolor. Por un lado las hojas
verdes habituales que aún no han empezado a otoñar, luego en tonos
amarillos del otoñado y para acabar y justo antes de su caída, un rojo
sangre espectacular. Sin dudas, estos inicios de la otoñada son los más
bonitos. Pero tenía dos grandes problemas.
Mirándolo desde el frente no era demasiado evidente, pero si le daba la vuelta parecía como si al ejemplar le hubiesen pegado un par de bocados, el marcado con la letra A era un espacio en vías de solución, aunque la rama injertada había pegado correctamente, tenía poca vitalidad, pero al menos iba brotando. En cambio en la zona B no había ninguna rama que pudiese servir para cubrirlo, nuevamente empecé a pensar en otro injerto.
El segundo problema (ver segunda foto), era la que supuestamente tiene que ser la rama principal, por un lado está algo baja y lo peor es que era totalmente rectilínea, aún no sé que haré, de momento sirve para ir engordando el tachiagari, pero si la quiero conservar pues tengo dos opciones para acortarla, en fin, lo mismo si corto pues consigo que la rama injertada por encima tenga más fuerza, así que con la duda sigo.
Una labor fundamental para la buena remificación del Acer es el pinzado de yemas anuales. Aquí
tenemos casi toda la casuística posible con las yemas, algunas de ellas
sólo nacen por pares y que salvo que alarguen demasiado la rama, no las
tocaremos (1), otras ramillas con tres yemas o más, de las que dejaremos
sólo las laterales (2), otra dónde una de las yemas está muy fuerte (marcada
con el círculo azul) y que eliminaremos en favor de la débil (3) y en la
parte baja, una rama con varias yemas contínuas, pero en una rama que
nos interesa que crezca, así que las dejaremos todas, salvo la central,
que será eliminada (4).
Es
un trabajo algo laborioso, sobre todo si tenemos muchos ejemplares en
los que hay que hacer estas labores, pero nos aseguran un buen
desarrollo primaveral y poco a poco nos encontraremos con un montón de
ramas bien estructuradas que nos permitirá una mayor diversidad en las
posibilidades de modelado.
En 2020 hubo suerte y en el hueco superior brotó una ramita ideal que será la que cubrirá el bocado, en cambio la rama injertada sigue sin tomar protagonismo a pesar de que en 2021 ya corté un tramo de la rama fuerte inmediatamente inferior.
Y aquí una comparativa del cambio sufrido desde 2007, fecha en la que llegó a casa, hasta la primavera de 2021. Altura 42 centímetros, anchura 35 centímetros, nebari 8 centímetros. En 14 años la altura se ha casi duplicado, la anchura cuatriplicado y el nebari se ha multiplicado pr 16.
CONCLUSIONES:Planta resistente y con fuerte crecimiento pero sin dispararse. Soporta diferentes tipos de sustrato aunque los prefiere ligeramente calizos.
Cultivado en akadama con un 20% de sustrato orgánico.
Algo durilla para los injertos.
Se puede formar a base de pinzados y podas.
Forma nebaris aceptables con relativa facilidad.
Si queremos un otoñado espectacular hay que sombrearla todo lo posible en verano.